Aunque la factura del nuevo impuesto danés sobre el CO2 la pagarán primero los agricultores daneses, en última instancia la pagarán los consumidores y los contribuyentes.
El nuevo impuesto climático no sólo provocará un encarecimiento ligeramente de los alimentos, sino también restricciones en la agricultura y la ganadería. Esto tendrá que ser compensado, según las primeras reacciones al plan climático danés presentado la semana pasada.
El plan climático danés ha provocado reacciones encontradas de diferentes respuestas. Según un informe de Landbrug & Fødevarer (L&F), si las políticas permanecen sin cambios, existe el riesgo de grandes pérdidas de empleos en el sector agrícola, aunque la propuesta actual logrará cierto alivio.
El sector financiero está dividido sobre el impacto del impuesto sobre los precios de la tierra. Algunos esperan que el impuesto provoque una caída en el valor de la tierra, mientras que otros creen que los precios se mantendrán estables.
Greenpeace critica el plan climático, calificándolo de "insuficiente". Argumentan que las medidas no van lo suficientemente lejos para lograr las reducciones de CO2 necesarias y que el sector agrícola se mantiene a flote en su forma actual. Según Greenpeace, se necesita una reforma fundamental para cumplir los objetivos climáticos y lograr una verdadera sostenibilidad.
Husmændene, un grupo de interés de los pequeños agricultores, tampoco está satisfecho con el acuerdo tripartito. Creen que el plan impone demasiada carga a los agricultores sin una compensación adecuada. La organización pide una reconsideración del plan y más apoyo a los pequeños agricultores que tienen dificultades para soportar los costes adicionales.
Por otro lado, el ministro danés de Clima y Energía ha elogiado el acuerdo como un “acuerdo histórico” que sitúa al sector agrícola en la senda de la sostenibilidad. Según el ministro, el impuesto es un medio necesario para alcanzar los objetivos climáticos de Dinamarca y transformar el sector agrícola hacia un modelo más sostenible.
Aunque el impuesto danés al CO2 se considera un paso en la dirección correcta para la política climática, también plantea dudas sobre las consecuencias económicas y la viabilidad de las medidas. El debate entre los partidarios y los opositores del impuesto sigue siendo intenso, mientras Dinamarca trabaja para lograr un equilibrio entre las obligaciones ambientales y la viabilidad económica.