Aunque las exportaciones portuguesas de vino crecieron casi un diez por ciento en volumen en el primer semestre del año, los beneficios financieros apenas aumentaron un uno por ciento. En el primer semestre de 2024 se exportaron 171,5 millones de litros por un valor de 452,4 millones de euros, con un precio medio de 2,64 euros el litro. Esto se tradujo en una disminución interanual del precio medio de 6.52%.
Los mercados de exportación más importantes siguen siendo Francia (53,4 millones de euros), Estados Unidos (50,1 millones de euros) y Brasil (38,9 millones de euros). En términos de volumen, Francia mantiene la posición de liderazgo (17,5 millones de litros), seguida de España (16,4 millones de litros) y la antigua colonia portuguesa de África Occidental, Angola (15,3 millones de litros).
Según la asociación, esto "refleja las presiones de inventario que se sienten en todo el sector vitivinícola mundial". Especialmente en mercados donde la demanda de vino barato es alta, como en ciertas partes de Asia, el vino portugués se vende a precios cada vez más bajos, lo que aumenta la presión económica sobre los productores.
Como resultado, el sector vitivinícola portugués sigue enfrentándose a importantes desafíos que amenazan el futuro de los viticultores. El presidente de la organización vitivinícola portuguesa calificó el aumento del volumen de exportación como importante porque se produce a pesar de que el sector vitivinícola sufre un excedente de existencias en las bodegas. Esto ocurre principalmente en la región del Duero, conocida mundialmente por sus vinos de Oporto.
En los últimos años, la producción de vino ha aumentado varios por ciento, mientras que la demanda se ha estancado o incluso disminuido, tanto en Portugal como a nivel internacional. El cambio climático también juega un papel importante. Las condiciones climáticas impredecibles han provocado pérdidas tanto cuantitativas como cualitativas en la vendimia.
Esta crisis no sólo tiene consecuencias económicas, sino que también amenaza con provocar una catástrofe social, especialmente en regiones vinícolas tradicionales como el Duero. Los viticultores temen por la supervivencia de sus empresas y, si la situación no mejora, podría provocar desempleo y migración de las zonas rurales a las ciudades, lo que a su vez amenaza el tejido social de estas regiones.
El gobierno portugués y el sector vitivinícola están buscando urgentemente soluciones para paliar esta crisis. Una de las medidas propuestas es estimular las exportaciones a nuevos mercados, especialmente fuera de Europa.