Cuando se conceden subvenciones a la industria vitivinícola europea, se presta poca atención a los efectos medioambientales y apenas se imponen condiciones de sostenibilidad. Esto es lo que afirma el Tribunal de Cuentas Europeo en un estudio sobre la subvención anual EU a la industria del vino.
En el EU, los vinos pueden ser tintos, blancos o rosados, pero rara vez existe una viticultura “verde”, dice la ECA.
El contable europeo lamenta que, a pesar de las grandes cantidades de dinero involucradas, la política vitivinícola apenas haya contribuido a mejorar el medio ambiente. Mientras que en la política agrícola decenas de por ciento se destinan a programas ecológicos y objetivos medioambientales, en la industria vitivinícola apenas se destina el cinco por ciento de la subvención.
El apoyo financiero también mejora sólo ligeramente la posición competitiva en comparación con los países que no pertenecen al EU.
Durante la última década se han gastado anualmente unos 500 millones de euros en fondos EU para ayudar a los viticultores, pero hay escasas pruebas de que el apoyo financiero haya realmente ayudado al clima o al sector en su conjunto, concluyó el Tribunal de Cuentas Europeo (TCE). .
En el marco de la política agrícola común, los productores de vino pueden recibir apoyo financiero para reestructurar sus viñedos, hacerlos más competitivos e instalar sistemas para reducir su huella ecológica.
Los cinco países visitados por los auditores (España, Francia, Italia, Grecia y la República Checa) representaron 70% de los EU pagos de reestructuración. La financiación se aprobó simplemente para todas las solicitudes elegibles, sin utilizar "criterios para seleccionar proyectos para promover la competitividad", dijeron los auditores.
“En la práctica, los proyectos no tenían como objetivo reducir el impacto climático y/o ambiental de la viticultura. En determinadas circunstancias vimos que incluso podrían tener el efecto contrario, como cambiar a variedades que requieren más agua, requerir la instalación de sistemas de riego”, dijeron los auditores.
"Promover la competitividad del sector vitivinícola es esencial y particularmente relevante para el EU, pero debe ir de la mano de una mayor sostenibilidad ambiental", afirmó Joëlle Elvinger, miembro del TCE que dirigió la auditoría. "En cualquier caso, podemos decir que el EU todavía tiene que lograr resultados en ambos objetivos".